Cuidados Paliativos

El proceso de entender el final de la vida.

Muchas veces se hace fácil escuchar en un consultorio: “pasa a cuidados paliativos”, pero del otro lado del escritorio se encuentra el o la paciente y su familia  acompañante, impactándose, después de una  esperanza en el tratamiento que ha  fallado y viendo como se ha ido deteriorando su familiar desde el inicio.

Es un proceso de choque. Es una obscuridad completa.

Hay casos en los que incluso, se ofrece un tratamiento que pudiera cambiar el cuadro, pero usualmente los resultados pueden no corresponder a la expectativa, y de nuevo “a cuidados paliativos” o no superan el tratamiento en mención.Es el final, con el paciente sumamente deteriorado y con su sistema inmunológico  dañado por la enfermedad y por otros factores (hay mucha literatura al respecto), a los  que no voy a referirme aquí.

Los Cuidados Paliativos tradicionales

Los Cuidados Paliativos tradicionalmente consisten en un proceso de acompañamiento al final de la vida del paciente, pero que en realidad deben estar  presentes en todo momento, desde el inicio de una enfermedad que no tiene cura.

Los cuidados Paliativos actualmente

Los cuidados Paliativos actualmente, son una combinación de esfuerzos, que,  basados en el conocimiento molecular, buscan el alivio de cada célula, revitalizando lo  que es posible y brindándole al paciente un proceso con calidad de vida, dignidad y  hasta con alguna autonomía.
Es importante mencionar que en muchos viajes y en Antigua o Tikal, he encontrado  ciudadanos japoneses, norteamericanos, europeos y de otros lugares, paseando. Al  conversar con ellos, muchos son pacientes con diagnóstico de cáncer y que ya no  tienen otra opción de cura. Ellos utilizan su tiempo para viajar y disfrutar de la vida  hasta el último momento. Tienen la libertad de decisión, la actitud y la sabiduría que  viene con la cultura, el entendimiento de la vida y su propósito.

La Experiencia en la sabiduría

Ya que hablamos de otras culturas, otros conocimientos, otros países. Hablamos  también de otras experiencias, distintas a las de hace uno o dos siglos.  Y vamos a que, si el conocimiento es el cimiento de la sabiduría, la experiencia es el  alba que ilumina su horizonte.

La experiencia es la suma de nuestras interacciones con el mundo. La experiencia es la suma de nuestras interacciones con el mundo y con nosotros   mismos. Es el fruto maduro que cosechamos al recorrer el camino de la vida, lleno de  alegrías y desafíos, éxitos y fracasos. Salud y enfermedad. Vida y muerte.

La experiencia nos enriquece, nos brinda las lecciones que el conocimiento solo puede ofrecer en teoría.

“A través de las vivencias, internalizamos las verdades que trascienden las palabras  escritas o habladas. Aprendemos no solo lo que es posible, sino también lo que es  real. Cada error que cometemos, cada obstáculo que superamos, cada relación que  construimos, contribuye a nuestra paleta de sabiduría”.

La experiencia nos vuelve humildes, nos muestra la brecha entre lo que creemos  saber y lo que realmente comprendemos. Nos permite ajustar nuestras perspectivas y   enriquecer nuestra visión del mundo.
“Sin embargo, no es solo la experiencia en sí misma lo que importa, sino cómo la  abordamos y cómo reflexionamos sobre ella”.

La sabiduría no proviene automáticamente de la experiencia.

Es poco humilde y poco sabio el basarse en “su experiencia” para determinar el  proceso de inversión en el proceso de vida de otras personas. Por eso, le corresponde  a la persona el proceso de reflexión profunda y la integración de las lecciones  aprendidas transformar sus experiencias en sabiduría.
Tomar tiempo para evaluar nuestras vivencias, comprender las causas y efectos, y  considerar cómo podríamos haber actuado de manera diferente, es lo que convierte  las experiencias en una fuente inagotable de sabiduría.

La Empatía

La sabiduría trasciende el conocimiento individual, se conecta con la comprensión y  empatía hacia los demás. La empatía es un pilar crucial en la construcción de la sabiduría, ya que nos permite ver más allá de nuestras propias perspectivas y sentir  las emociones y experiencias de los demás. Es ponernos en el lugar del otro, respetar  sus emociones, cultos, filosofía, anhelos. Es la escucha activa en la ansiedad.

«La empatía nos conecta en un nivel profundo con la humanidad. Nos ayuda a comprender que todos compartimos alegrías y penas, luchas y triunfos. A través de la empatía, desarrollamos la capacidad de escuchar y entender, de ofrecer apoyo y compasión, de ponernos en el lugar de los demás y ver el mundo desde sus ojos».

La empatía también nos previene de juzgar precipitadamente, de caer en prejuicios y estereotipos. Nos lleva a cuestionar nuestras propias creencias y a considerar perspectivas diferentes. Nos recuerda que, aunque nuestras experiencias puedan ser únicas, nuestras emociones y deseos básicos son compartidos por toda la humanidad.

La Humildad

La humildad es el pilar que mantiene el equilibrio en la estructura de la sabiduría. Reconocer la limitación de nuestro conocimiento y comprensión es esencial para el  crecimiento y la evolución de la sabiduría. La humildad nos permite reconocer que  siempre hay más por aprender, más por descubrir y comprender.

Al abrazar la humildad, estamos abiertos a nuevas perspectivas, a considerar  opiniones contrarias y a admitir nuestras propias falibilidades. Nos aleja de la  arrogancia y nos acerca a un estado de mente receptivo y curioso. La humildad  también fomenta el respeto hacia los demás y la disposición para aprender de todas las personas, independientemente de su posición o estatus.

La Prudencia

La prudencia es el arte de tomar decisiones informadas y reflexivas. Es el pilar que guía nuestras acciones hacia un camino de sabiduría y bienestar. La prudencia se  basa en la evaluación cuidadosa de las situaciones, considerando las consecuencias a corto y largo plazo.

«La sabiduría no solo se trata de acumular conocimiento, sino de aplicarlo de manera sabia y beneficiosa. La prudencia nos ayuda a evitar decisiones impulsivas o basadas en emociones momentáneas. Nos permite sopesar los pros y contras, y actuar de manera coherente con nuestros valores y objetivos».

En conjunto, estos pilares forman la base de la sabiduría.

Cada uno de ellos contribuye de manera única a la construcción de una vida enriquecedora y significativa. La búsqueda de la sabiduría es un viaje continuo, una exploración constante de nuestro ser interior y del mundo que nos rodea. A medida que nutrimos y cultivamos estos pilares, nos acercamos a la realización de nuestra capacidad para vivir con sabiduría y plenitud.